Estamos inmersos en una hoja de ruta para eliminar los combustibles causantes del efecto invernadero. Creo que todos, excepto Trump, estamos de acuerdo en que así no podemos seguir. Vivimos el cambio climático, en lo más cotidiano: en el clima, en los insectos, en las cosechas, etc.
A los logísticos siempre nos ha llevado de cabeza qué tipo de vehículos tenemos que usar para transportar las mercancías. Hasta ahora estudiábamos variables que conocíamos y que objetivamente podíamos comparar: potencia, fiabilidad mecánica, consumo, valor de recompra, coste del renting y servicios que nos daban, etc. Comparamos variables conocidas y tomamos una decisión.
Ahora entran otras variables que no son objetivas y que dependen del dogma ideológico que sigan los políticos que, al menos, en el caso de la logística, su conocimiento es nulo, sólo tenemos que ver los últimos 2 ministros del ramo.
Nos han ido machacando con que los vehículos no tendrán que contaminar, para ellos deben ser eléctricos o de hidrógeno.
Vehículos eléctricos 100% haberlos “hay los” y con la evolución tecnológica que tienen los fabricantes, los están consiguiendo y los habrá en un horizonte cercano.
Otra cosa es que las infraestructuras evolucionen a la misma velocidad, lo que no es el caso, si no, pregúntaselo a quien tenga un coche eléctrico, planificar un viaje es más complicado que la planificación del día D. Estamos hablando de un país “civilizado”. ¿Nos imaginamos ir con nuestro vehículo 100% eléctrico en un viaje por países en vías de desarrollo. ¡Eso sí que es una aventura y no la de Amundsen y Scott!
Tanto si conseguimos vehículos con baterías que consigan hacer miles de kilómetros como si tenemos que acabar usando vehículos de hidrógeno, para los desplazamientos de larga distancia, donde no dependamos de la limitada batería y de los eternos tiempos de carga, tendremos el problema, que hemos mencionado al principio, ¿de dónde sacamos la energía para cargar la batería o para obtener el hidrógeno?
En nuestro vapuleado país, lleno de políticos incompetentes, con el dogma de que nuclear es malo, toda la hoja de ruta la fían a renovables, con su problemática de almacenamiento y dependencia del clima, que como vemos, cada vez es más impredecible y para dar “estabilidad” a las renovables, quieren seguir usando combustibles, como es gas, que váyase Usted a saber por qué, casi siempre, está en manos de dictadores o países al borde del abismo.
Volviendo al problema de la incertidumbre que nos encontramos a la hora de saber en qué tipo de vehículos invertimos, uno de ellos, que es el coste del combustible que vamos a necesitar, imagina si decidiste, tras hacer muchos números, renovar tu flota, sólo con vehículos eléctricos, en un año en que el coste de la energía eléctrica se ha multiplicado por 4, 5, 6… veces ¿Podríamos repercutir esos costes en nuestros clientes? ¿Tendríamos huelgas de transporte cada quincena?
Necesitamos certidumbre y si la energía eléctrica es el presente y el futuro, necesitamos seguridad e independencia en cuanto a su generación y eso, les guste o no, a los dogmáticos del gobierno, se llama energía nuclear. Por una vez en la vida deberíamos aprender de nuestros vecinos, Francia, que ya han anunciado prorrogar la vida de los reactores actuales y construir 14 más o también, a los líderes mundiales, China que ha anunciado la construcción de 150 nuevos reactores.
En palabras de Ursula von der Leyen: “Necesitamos más renovables y energías limpias…. junto a esto, necesitamos una fuente estable: la nuclear”.
Autor: Jose Ramón Illán. Vocal de RALOG.
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