Actualmente vivimos una situación de incertidumbre insuperable. Hace muchos años, Heráclito decía que “lo único constante es el cambio”. Parece ser que visualizó lo que iba a pasar en España con este gobierno.
Para emprender en un país con un gobierno escapista, con la incertidumbre de qué hará cada comunidad, tras el fin del estado de alarma, con una crisis como nunca en nuestra historia, una deuda pública que van a pasar varias generaciones, un sistema clientelar donde es más “rentable” cobrar la paguita que trabajar y otro sablazo fiscal a las puertas, sazonado, con ruina empresarial y laboral…
Podría seguir contando lo que tenemos y la que nos espera durante varias hojas; pero ya lo conocemos todos, salvo los políticos.
En esta situación, hablar de emprender, como dice Manuel Dafonte, hay que echarle huevos/ovarios.
¿Qué virtudes teologales debe tener un emprendedor? He preferido usar esta terminología porque cualidades o características, con la que está cayendo, se queda pobre.
La primera, visualizar oportunidades donde otros ven problemas. Es la expresión “Ki Ki “que usan los japoneses “toda crisis lleva oportunidades” Un emprendedor, si viene una ola gigante, cogerá una tabla de surf.
La segunda, resistencia. Estamos en una carrera de maratón, necesitamos dosificar fuerzas porque esto es complicado y no sabemos la distancia de la carrera.
La tercera, la capacidad de adaptación. Cada día es un nuevo sobresalto, una nueva sorpresa, un nuevo revés; pero como decía Darwin, sobrevive la especie que mejor se adapta.
Los emprendedores son seres extraordinarios, casi mitológicos, que tienen en sus genes una actitud mental positiva que les permite ver lo bueno de cada situación.
Hace unos años emprendí con mi socio, Jose Luis Blanes, una nueva aventura empresarial y os aseguro que, a pesar de todos los pesares, vale la pena. Adelante, NECESITAMOS EMPRENDEDORES.
Autor: José Ramón Illán, cofundador en RALOG – Red Ayuda Logística
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