Hace dos semanas participé en una reunión de directivos, donde hablábamos de colaboración entre fabricantes, operadores y distribuidores para poder mejorar los costes, ganando todos.

En el turno de preguntas, vino la habitual de, ¿por qué los distribuidores y los restauradores venden tan caro cuando al productor le pagan tan poco? Esta pregunta siempre va acompañada de la suposición de que, salvo los productores, todos son culpables, hasta que demuestren su inocencia.

Bien, como estoy en un día zen, vamos a pensar que se trata de una pregunta sin malicia, en la que la persona que la formula, desconoce el proceso.

Lo explicaremos de un modo sencillo, en un proceso simple, los hay mucho más complejos. Supongamos que un productor de uva nos pregunta la gran diferencia que hay entre el kilo de uva, que el vende a la cooperativa, y cómo se vende el vino en un restaurante. En este caso vamos a suponer que el dueño del restaurante adquiere los productos en un cash.

Los costes de este sencillo proceso serían:

  • Materia prima: Uva. Para llegar a la uva el agricultor, ha plantado, ha cultivado, podado, tratado y recolectado el fruto. Aquí estaría el precio de venta del agricultor.
  • Transporte de la uva y retorno del vehículo.
  • “Fabricar” el vino: Depósitos, barricas, planta de embotellado, etiquetas, corcho, cubre tapón, sello de la DO…
  • Almacenaje del vino.
  • Transporte al almacén del distribuidor y retorno. Aquí tendríamos el precio de venta del embotellador.
  • Almacén logístico.
  • Transporte al Cash y retorno.
  • Almacén del Cash.
  • Reponer + frentear + llevar sobras al almacén + re reponer y cobrar en caja. Aquí tendríamos el precio de venta del distribuidor.
  • Hacer la compra. Aquí contaremos los costes de desplazamiento del dueño del restaurante, combustible, vehículo y persona.
  • Almacenar en el restaurante.
  • Servir el producto.
  • Desperdicio + servicio de restaurante y limpieza posterior, cobrar. Aquí estaría el precio de venta del restaurador.

Además, en cada parte del proceso hay:

  • Logística inversa.
  • Controles y revisiones.
  • Impuestos, ¿a qué los echabas de menos?

Como sabemos, los costes de cada unidad, se calculan tomando el coste total empleado, en cada paso del proceso, dividido entre el número de unidades.

Es decir, si de la bodega sale un camión con 20 palés de vino, imputaremos el coste del camión y lo dividiremos entre el número de botellas. Del mismo modo, el coste de desplazarse y adquirir en el cash, lo dividiremos entre las botellas que el señor cargue en el maletero de su coche.

Si visualizamos mentalmente este sencillo proceso, y vamos poniendo costes dividido entre botellas, veremos que vamos añadiendo céntimos, al precio de la uva inicial, que hacen que al final haya una gran diferencia, entre cómo pagamos la uva y como la pagamos en el restaurante. Volviendo al principio, cuándo presuponemos que los distribuidores se forran, es porque no hemos hecho este ejercicio. Hay otra forma empírica de comprobar esto y es que usted cultive unas vides y se haga un litro de vino, conozco dos casos que han probado a hacerlo y, además de que, en honor a la verdad, el vino estaba horrible, cuando analizamos los costes, en los que había incurrido, llegaron a la conclusión de que, al margen del esnobismo, mejor dedicarse a peinar bombillas.

Autor: Francisco De Santos – Experto en Gestión de Almacenes y Asociado a RALOG – Red de Ayuda Logística

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