Como en casi todos los sectores de la economía, el confinamiento durante el Estado de Alarma, en el sector de la hostelería, supuso un parón absoluto en la actividad.
Para los establecimientos de hostelería, situados en la llamada España vaciada y que en su inmensa mayoría son pequeños establecimientos hoteleros, bares, restaurantes y otros negocios familiares similares, como las pequeñas tiendas de aprovisionamiento de los pueblos (los antiguos colmados) , el principio del estado de alarma supuso quedarse con las cámaras, congeladores y almacenes llenos de existencias, pues marzo es el mes en el que la actividad turística del interior empieza a reactivarse, con la llegada de la primavera y sobre todo con la llegada de la Semana Santa, primera gran cita en el turismo de interior. Es el mes en el que empiezan las bodas, las celebraciones familiares y las excursiones culturales de grupos como los jubilados…. Y de pronto en menos de 24 hrs, el vacío absoluto.
“Yo me quedo”
Tal y como indican las cifras oficiales, en cuanto se levantó el Estado de alarma a finales de junio, la inmensa mayoría de los municipios dentro de esta “España vaciada” empezaron a ver con una mezcla de alegría y temor cómo sus calles se iban llenando de coches, cómo se iban abriendo las casas cerradas durante el invierno y cómo aumentaban las reservas tanto en los apartamentos turísticos como en las casas y hoteles rurales. Había llegado la “nueva normalidad”. Sin embargo este término acuñado por las autoridades y adoptado por la toda la ciudadanía, es erróneo e induce a equívoco. La mayoría de las personas, con el levantamiento del estado de alarma, pensaron que la nueva normalidad era la antigua normalidad, pero con mascarilla. Para ser exactos, debería llamarse la nueva realidad.
En la nueva realidad los establecimientos de hostelería no pueden hacer previsiones de demanda, más allá de 48 horas (que es lo que tarda en confirmarse oficialmente el cierre una zona).En la nueva realidad, todos los agentes económicos se han visto obligados a modificar su conducta y el cliente no es una excepción.
Por eso muchos restaurantes y pequeños negocios rurales indican en su web y redes sociales que es necesario reservar previamente mesa, habitación o solicitar cita previa para determinados servicios.
Esta situación, agravada por la falta de liquidez en el circulante, afecta a la logística de la Hosteleria, en su procesos principales; planificación, tanto por su efecto látigo con una demanda a veces descontrolada por cierta euforia o por el contrario cancelaciones masivas por rumores de confinamiento o medidas restrictivas, compras y abastecimento, por no tener una gestión ordenada de la demanda dentro de una horquilla apropiada que pueda traducirse en un abastecimento con cierto sentido comercial y que pueda ser transmitido aguas arriba a los proveedores y distribuidores del canal Horeca, llevándonos casi a una situación conocida como abastecimiento JIT o Justo a Tiempo, tan apropiado para otros sectores como la automoción, pero en modo alguno para el sector de restauración y hostelería.
Los bares y los restaurantes en general y la hostelería en particular , cumplen una gran función social, en todos los lugares, pero más aún en la España vaciada, al ser punto de encuentro para reuniones y celebraciones , no solo de los clientes externos, sino de las familias residentes en zonas rurales.
Está claro que en esta mal llamada “nueva realidad” no hay lugar para la improvisación, excepto si se trata de política, claro…
Helena Galiana
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