“La formación no es un destino sino un viaje a lo largo de la vida profesional”
En esta serie de artículos que estamos publicando con relación a la pandemia y sus efectos a todos los niveles hay un sector, que no podemos olvidar, que se ha visto enormemente afectado, aunque en un sentido diferente al de otros sectores económicos. Nos estamos refiriendo al sector de la formación y la educación.
En estos meses de confinamiento todos los que han podido seguir trabajando desde casa, en mayor o menor medida, hemos tenido algún tipo de trauma con el ordenador, desde tener que establecer horarios para utilizar el mismo ordenador para todos los miembros de la casa hasta hacer un máster exprés en nuevas tecnologías para poder descargar los deberes de los niños de tal o cual plataforma o atender una reunión por Zoom.
Estos meses de encierro han puesto de manifiesto la tendencia que, de manera muy sutil, se estaba introduciendo desde hacía ya tiempo en el sector de la formación, la formación on line, lo que antes era la formación a distancia.
En un brevísimo espacio de tiempo, la formación on line ha evolucionado de manera asombrosa. Los cursos on line son cada vez más intuitivos, atractivos y sobre todo tratan de simular en la medida de lo posible a su “rival”, la formación presencial, introduciendo tutorías y llamadas en vivo con el profesor, grupos dentro de cada curso de los alumnos donde compartir la experiencia, dudas etc.
Reconozco que la formación on line tiene unas ventajas difíciles de superar como es la flexibilidad de los horarios, permitiendo que cada cual realice el curso a su ritmo, sin tener que desplazarse etc.
Sin embargo, como “curso adicta” que soy debo decir que un curso presencial, por breve que sea, ya sea en formato taller, seminario o simplemente charla, aporta unos beneficios que la formación on line nunca podrá aportar.
Una formación presencial per sé implica, en primer lugar, que no hay lugar para la multitarea, es decir, la presencia física frente a un profesor obliga a estar concentrado únicamente en lo que se está tratando.
En segundo lugar, al estar con otras personas, la interacción es obligada, lo cual enriquece infinitamente más la sesión que si uno está sólo frente al ordenador.
Compartir experiencias es tanto o más importante en una formación como el temario en sí y la experiencia del profesor.
En tercer lugar, en un formato presencial, las dudas o problemas que surgen se pueden resolver de manera mucho más ágil e interactiva.
Por último, cuando se tiene la suerte de asistir a un curso en el cual el profesor es un referente para ti, accedes al campo de energía de esa persona, compartes su espacio, y eso te hace entrar en un estado de ánimo mucho más receptivo y donde se saca mayor partido de lo que se está aprendiendo, es como encontrarte a la entrada del cine a tu actor favorito que además actúa en la peli que vas a ver.
En resumen, la formación on line ha llegado para quedarse, pero siempre será mucho más rica y provechosa cuando se pueda combinar con formación presencial, la denominada formación en formato “blended” o híbrida.
Los cursos que combinen el formato on line con algo de formación presencial de calidad serán los más demandados y cotizados por los profesionales de cualquier sector o especialidad.
Helena Galiana – Vocal Tesorera de RALOG
No responses yet