Dicen que los esquimales diferencian más de 30 tipos de nieve, por eso nunca se quedan atascados y viven en ella con normalidad. Para los que vivimos en el sur y no sabemos nada de nieve, como mucho, sólo tiene 3 estados: 1) Cuando empieza a caer y es divertida, incluso te haces fotos y juegas con ella, 2) cuando interrumpe la vida normal, no se puede circular, se va la luz, se rompen las ramas de los árboles sobre tu coche, y nadie te ayuda, y 3) cuando se hace hielo, que está sucia, dura y es muy peligrosa.
Un servidor se estrenó como director de logística, a principios del año 2001, con una gran nevada en Cataluña.
Cuando empezó a caer la nieve, todo era bonito y divertido, de postal; pero cuando nos quedamos bloqueados en el centro logístico, no venían proveedores a descargar, ni los trabajadores del turno siguiente a trabajar, ni los camiones de retorno de las tiendas, ni podían salir los camiones; dejó de tener gracia. Los que nos dedicamos a la logística no podemos gastar batería del móvil, haciéndonos fotos, porque lo necesitamos para hacer llamadas, ya que tenemos que abastecer a las tiendas de productos de primera necesidad, aunque tengamos nieves, rayos, o centellas, la nieve ni tiene gracia, ni es bonita, ni divertida, es una putada muy gorda.
Cuando empezó a caer nieve, compramos las ocho palas que había en le ferretería de Sant Sadurní y paleando (un verbo que desconocen los políticos y que confunde con palmear) fuimos haciendo caminos para desatascar los camiones y conseguir sacarlos hasta la autovía. Gastamos todos los paquetes de kilo de sal, que teníamos para servir a las tiendas y con más voluntad y heroísmo que inteligencia, hicimos nuestro trabajo. Los “jefes” fuimos los primeros en dar ejemplo, desde Gregorio, el responsable del centro logístico, pasando por los responsables de cada turno, el de aprovisionamiento, el de transportes, y acabando en un servidor, en calidad de director general.
Todos paleamos, tiramos sal y nos subimos en los primeros camiones. La primera noche fuimos los primeros en no dormir y los 3 días siguientes, más de lo mismo. Dando ejemplo conseguimos que todo el personal del almacén y los camioneros estuviéramos haciendo nuestro trabajo, incluido que la cafetería estuviera operativa las 24 horas. Todo este esfuerzo no sirvió para mucho, ya que la AP7, estaba llena de nieve y cortada. Conseguimos sacar los camiones del centro logístico y llevarlos, los kilómetros que nos separaban, hasta la autopista de peaje, la AP7. En el acceso a la autopista, había un coche atrapado, que ayudamos a sacar de la nieve. En él había una familia alemana que iba a Alicante a pasar unos días en el “cálido” mediterráneo. Hablando un mal inglés, conseguimos entender, que el padre de familia, despotricaba de la falta de previsión, de las autoridades españolas, que habían dejado que todo se colapsara en lugar de echar sal y tener las carreteras limpias antes de que nevara. El hombre nos explicó cómo viven con nevadas, de verdad, en Alemania y circulan con normalidad, nos explicó, de forma sencilla, el efecto de la sal, antes de que caiga nieve y después de que lo haya hecho. Antes de que caiga, no deja que esta cuaje, echada después, encima de la nieve, no sirve para nada. El hombre se quejaba, amargamente, junto a su coche, donde viajaba con su mujer y dos niños pequeños, sobre lo tercermundistas que éramos en España, siempre con la falta de previsión. Había cruzado media Europa con el mismo temporal, sin ningún problema, y al entrar en Cataluña; colapsado total y caos.
Este tercermundismo lo pudimos comprobar cuando, desde el gobierno central hasta la generalidad, se tiraban las culpas del caos, mientras los coches y nuestros camiones se quedaban atascados en la AP7, esperando que alguien limpiara la carretera. Llegamos incluso a ofrecernos, a las autoridades irresponsables, a desatascar la AP7, tirando de pala y paquetes de sal marina y nos lo prohibieron. Afortunadamente, vivimos en el sur, el sol sale y lo arregla todo, más pronto que tarde.
Aquella nevada del 2001, nadie la anunció claramente y la pobre ni siquiera tenía nombre, no hubo ningún cargo político con botas de nieve en la carretera y en lugar de ello, los distintos políticos, desde salas de prensa calentitas y con zapatitos limpios de “bailarín”, se echaban la culpa de su incompetencia y falta de previsión.
¿Qué hemos evolucionado en los últimos 30 años? 30 años después, acaba de pasar Filomena, la AEMET ha anunciado lo que iba a pasar, con exactitud, nos ha predicho en qué horas se iban a producir las precipitaciones y qué centímetros iba a alcanzar la nieve; lo han cuadrado. No ha habido ningún irresponsable político en el terreno y salen para echarse la culpa de la falta de previsión, y otra vez, como siempre, carreteras cortadas, personas abandonadas y atrapadas.
Conclusión, la predicción meteorológica ha sido perfecta, la tormenta tiene nombre y lo demás, la misma falta de previsión, y la misma falta de liderazgo de hace 30 años. ¿Alguien va a dimitir o lo van a cesar? ¿Alguien tiene un poco de vergüenza torera? Y ahora viene la fase fea de la nieve, la peor, cuando está sucia y se transforma en hielo.
Autor: Jose Ramón Illán, Cofundador en RALOG – Red de Ayuda Logística
No responses yet