Hace años me enseñaron que “dime cómo me mides y te digo cómo me comporto”.
Algún político listo, elaboró un código de “etiquetas medioambientales” que, por cierto, por nombre rimbombante, que no quede. Las etiquetas 0 y ECO, están codiciadísimas. Los fabricantes de coches y vehículos industriales, lo anuncian con más vehemencia que el mejor de los extras del vehículo.
Sólo con ser el afortunado portador de cualquiera de ella, ya tienes un coche que, parafraseando la cita que nos ponían en las cartillas militares acerca del valor guerrero de su titular, “la ecología se le supone”.
Estas etiquetas, desde que el presidente del gobierno anunciador, anunció, valga la redundancia, el fin de los diésel, se han vuelto todavía más codiciadas, hasta el punto de llegar a la estupidez, como ahora explicaré.
Este anuncio, por cierto, causó perplejidad entre los fabricantes, de un país donde éramos de los primeros productores de automóviles a nivel mundial y donde la industria automotriz, es de las pocas, que aún nos quedan, y que generan riqueza, equilibrio en nuestra balanza de pagos y empleo de calidad.
En un país donde la inmensa mayoría de los vehículos son diésel, motores que, por cierto, llevan muchos años de ventaja en desarrollo y eficiencia sobre sus primos de gasolina, tras el diéselgate y el anuncio anterior, han pasado, de ser la opción más inteligente y “verde” a ser unos apestados, en poco más de dos años. Sólo hay que ver las cifras de matriculaciones, de vehículos diésel vs gasolina, del último año.
Pues bien, lucir una u otra etiqueta, impacta sobremanera en la disponibilidad de los vehículos, sean para uso particular, taxis o reparto de la última milla, llevándonos a una serie de incoherencias difíciles de entender.
Sólo algunos ejemplos:
- Un vehículo diésel, en teoría es un apestado; pero si lleva algún tipo de hibridación, incluso la escandalosa microhibridación, ya tiene etiqueta ECO, como un hibrido 100%.
- Un vehículo que gaste 15 litros de gasolina a los 100 km, si es híbrido enchufable, tiene etiqueta 0, aunque no sepas ni dónde está el cable para conectarlo a la red, como un eléctrico 100%.
Si dispones de las “codiciadas” etiquetas tienes derecho a descuentos y exención de impuesto, aparcamientos gratuitos, descuentos en autopistas, etc. y a acceder, sin limitación a las ciudades cuando hay cierre por contaminación. Lo cual hace especialmente importante estas etiquetas para aquellos profesionales del transporte de personas y mercancías. - Mención aparte tiene el hablar del origen de esa electricidad, en España, el año pasado poco más del 40% de la energía eléctrica consumida, procede de fuentes renovables, y eso que hoy los vehículos eléctricos son rara avis.
- Un estudio estadístico simple, es ver cuantas gasolineras tienen puntos de carga o cuántas plazas de aparcamiento para vehículos eléctricos hay en cualquier centro comercial. Además, como los carguemos quemando combustibles fósiles, arreglados vamos.
Como, decíamos al principio, si me mides por el color de la etiqueta, los fabricantes, están llegando a fabricar vehículos absurdos, hechos ad hoc para obtener la etiqueta, sean o no más eficientes. Los consumidores somos partícipes de la trampa, porque así podemos circular con nuestro vehículo en todo momento y nos beneficiamos de unas exenciones más que discutibles.
Alguien del ministerio de transición ecológica y cambio demográfico, ahí queda eso, lo dicho, que por nombre rimbombante no quede, debería plantearse dar las etiquetas, no por la tecnología que usa el motor, sino por lo que realmente emiten, no es lo mismo un hibrido 100% que un microhíbrido.
No vaya a ser, que sigamos teniendo sucesos de alta contaminación en las ciudades, mientras nos estemos llenando de etiquetas 0 y ECO.
Autor: Jose-Ramón Illán, Vocal y Cofundador de RALOG – Red Ayuda Logística
No responses yet