Cuenta una historia, que iba un hombre caminando por la calle de una ciudad cualquiera. De repente se encontró una lámpara mágica, y como buen conocedor de la tradición la frotó a ver si salía un genio. Efectivamente, tras retirar el polvo apareció un genio que le dijo “como consecuencia de la crisis, sólo puedo concederte uno de los tres deseos habituales, así es que piénsalo bien”
El hombre empezó a pensar en qué gastar su deseo: ¿dinero?, ¿amor?, ¿la paz del mundo?…
Tras unos minutos, le dijo al genio: “he decidido pedirte algo que me permita conseguir dinero y disfrutar del amor, si llega. Deseo tener una salud de hierro y no volver a ponerme nunca enfermo”.
El genio contestó: “Como desee amo; aquí tiene su recibo de autónomos”
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Chistes aparte, un autónomo, o emprendedor debe tener o adquirir una serie de capacidades que le permitan sobrevivir y moverse con soltura en el ecosistema del emprendimiento o emprendedurismo, como lo llaman los amigos de Latinoamérica.
Estas capacidades, a las que hace mención nuestro socio @Jose Ramón Illán en su artículo “Necesitamos emprendedores” publicado en esta misma red son entre otras: la pasión, la resiliencia, el positivismo, etc…
La pregunta que planteo aquí es: El emprendedor, ¿nace o se hace? Como en casi todas las profesiones, unos pocos afortunados saben desde muy pequeños cuál es su cometido en este mundo. Saben para qué han nacido. Poseen un don y son felices de compartirlo con el mundo.
Sin embargo, la inmensa mayoría de la población necesitan mucho tiempo y muchas pruebas y errores para llegar a conocer cuál es su pasión, cuál es su destino.
En el emprendimiento, pasa también esto. Hay gente que nace para trabajar para otros (y está perfecto) y hay quienes necesitan desarrollar al máximo sus capacidades y su creatividad a través de proyectos e ideas propios.
Sin embargo, esta decisión de si uno vale para emprender o no, podría ser mucho más sencilla si desde pequeños, en los colegios se introdujera una asignatura tan esencial, bajo mi punto de vista, como es aprender a emprender, porque aunque uno sepa que ha nacido para emprender, en principio desconoce todos los obstáculos y todo el “equipaje” que va a necesitar para emprender este camino.
Por eso, además de leer, escribir, conocer de matemáticas, idiomas, conocimiento del medio (lo que en mi época era naturales y sociales) gimnasia, música, plástica…el sistema educativo oficial debería incluir otras asignaturas imprescindibles para la vida de adulto de las que nadie nos habla hasta que realmente las necesitamos, como son la educación financiera, la educación en la salud (nutrición, gestión de las emociones…) y por supuesto educación en emprendimiento.
De otro modo lo que ocurre es que aunque hayas ido a la mejor escuela profesional de cocina y seas un gran chef, nadie te ha enseñado a montar un restaurante y gestionarlo.
Tal vez así se podría romper el mito de que sólo el 5% de los negocios que se montan funcionan a largo plazo .
Escrito por: Helena Galiana. Emprendedora y cofundadora de RALOG
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