Cualquier empresa que conozca sus costes logísticos, de verdad, sabe que el coste de transporte puede ser igual o superior a los costes de almacenes. Es difícil de ver porque cuando piensas en la logística y quieres verla físicamente, es fácil ver grandes almacenes, llenos de cientos de personas, en un sitio físico. Los camiones nunca los vas a ver juntos y menos parados. Los transportistas, el “ejército de hormigas”, como les gusta denominarse a muchos de ellos, son un colectivo sacrificado, duro y sin los que no valdría para nada todas las grandes fábricas, almacenes y centros comerciales, porque, ese “ejercito de hormigas”, les abastece todos los días. Esto que digo, te hace consciente de verdad, cuando se plantan y nos hace sufrir uno de sus paros patronales, mal llamado huelga de transportes.
Mi padre, que fue un camionero, hace muuuuchos años y con el que, cuando era pequeño, hacía largos viajes durante las vacaciones, recuerdo que decía que los que no se adaptan a nada se hacen camioneros. Si tienes posibilidades de hacer otra cosa no te meterías a vivir en la cabina de un camión, te quedarías con tu familia, en casa, haciendo trabajos con horarios de personas normales.
Me gustaría pensar que con el tiempo las cosas han cambiado; pero te voy a dar, unos datos, para reflexionar y tú decides si han mejorado o no.
Cada año, el número de empresas de transporte y de autónomos se va reduciendo, van desapareciendo sin hacer ruido. En cada crisis, cuando se reanuda la actividad, muchos no vuelven, sencillamente tiran la toalla.
Por mucho observatorio de costes teórico, siguen sin poder repercutir los costes del combustible, cada vez que hay subidas.
Hay una competencia desleal, entre transportistas de distintas nacionalidades, y entre contratados y autónomos. Como el resto de la economía, este año hay un descalabro en la actividad de transporte y por tanto más paro y precariedad.
Durante la primera ola de esta odiosa pandemia, nuestro gobierno, que vive en su mundo, obligaron a cerrar, todos los bares y áreas de servicio a la vez que declaraban el transporte como un servicio esencial. Dónde comer o asearse quien va en el camión, no entraba dentro de su imaginación. Es más que justo decir que los profesionales que han seguido trabajando, en esas condiciones, han sido unos héroes. He tenido oportunidad de comer, sobre el capó del coche, con alguno de ellos, junto a una gasolinera, cuando he estado viajando por motivos laborales y, la verdad, el apelativo de héroes les está más que merecido.
Ahora que están anunciando el reparto de vacunas como la mayor operación logística desde la segunda guerra mundial, otra vez va a recaer sobre el ejercito de hormigas y nadie se acuerda de ellas. En las noticias, solo se habla de los contenedores frigoríficos; pero salvo que me haya perdido que se transportan de un modo autónomo, creo que los llevarán los profesionales.
La última, de hoy, es el cierre de fronteras con el Reino Unido y el bloqueo de miles y miles de transportistas. Hay retenciones kilométricas en el Canal de la Mancha y en cada vehículo hay un drama personal, desde no poder entregar o recoger la mercancía, hasta no poder regresar a casa. Igual que nadie se acordó de los transportistas cuando decidió, desde su despacho enmoquetado, que se cerraban las áreas de servicio; pero que los transportistas siguieran trabajando y se buscaran la vida, ahora deciden cerrar fronteras, y una cosa es hacerlo al que va de vacaciones a visitar a la familia, que ya es un crimen en estas fechas; pero a un profesional que está intentando hacer su trabajo, es algo muy distinto.
Alguna vez, alguien debería acordarse del “ejército de hormigas”, no sólo cuando se plantan. Si se les nombra servicio público esencial, obrar en consecuencia y tratarlos como tal, como un servicio público. Nadie tendría las agallas de parar una fábrica ni un centro logístico que han sido declarados esenciales.
Autor: José Ramón Illán, Vocal de RALOG – Red de Ayuda Logística
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