«Tener alguien con quién hablar de forma sincera, libre y consciente reduce de forma significativa el riesgo de padecer enfermedades»
No importa qué ‘experto’ o universidad ‘americana’ firmen la frase anterior, tú sabes que es cierta.
Y si hablamos de organizaciones, de equipos, de proveedores, de clientes… todo empieza por una conversación.
¿Queremos personas ‘enfermas’ a nuestro alrededor? Pues hagamos algo tan sencillo como comunicarnos con ellos de la mejor manera posible.
Y eso ¿cómo se hace?
En primer lugar ‘creyéndonos’ capaces y en segundo lugar ‘queriendo’ hacerlo.
Aunque no es necesariamente cierto eso de «querer es poder» siempre es cierto aquello de «la mitad de serlo está en creerlo».
Si no quieres mejorar tu forma de comunicarte con los demás seguro que nunca serás un gran transmisor de conocimientos, pero si crees (aunque sólo sea un poquito) que podrías hablar y escribir mejor de lo que lo haces hoy, te garantizo que con las herramientas oportunas y la práctica adecuada, lograrás una nueva forma de comunicarte que te sorprenderá a ti y a todos los que tengan que escucharte, leerte o conversar contigo.
Comunicarte con los demás es mucho más que emitir sonidos inteligibles, el primer paso es juntar letras (aunque sea en una servilleta de papel) de un modo en que a otros no les dejen indiferentes.
Mi experiencia como orador me dice que todo empieza por escribir un guión (con acento en la ó -por mucho que la RAE me haya dicho en 2010 que es un monosílabo a efectos ortográficos-).
Y mi experiencia como escritor me dice que todo encaja cuando otro es capaz de leer en voz alta eso que tú has redactado logrando que quienes escuchan se emocionen (que sonrían, lloren, que se asusten, se conmuevan, que reflexionen, se preocupen, que se alegren, se activen…).
Y lo mejor de todo, no hace falta ser escritor, ni mucho menos guionista, para tejer frases que emocionen cuando alguien las lee o las escucha. Y, por supuesto, no se requiere ser aprendiz de Demóstenes para conversar, disertar o exponer como es debido.
¿Empezamos?
No sé si sabías que la primera definición de la palabra “comunicar” que nos devuelve el diccionario es la de «Hacer a una persona partícipe de lo que se tiene» y tú tienes muchas cosas que compartir, necesitas hacerlo cada día y, algo todavía mejor, lo que transmites influye en la vida de muchas personas. Mejor hacerlo bien ¿no?
Seguro que conoces ese aforismo que dice «Es mejor tener la boca cerrada y parecer imbécil que abrirla y confirmarlo» pues tranquilo, eso jamás te pasará a ti, y no porque te niegues a articular palabra en público sino porque cuando lo hagas hablarás de lo que sabes. ¡Enhorabuena! ya has subido el primero de los peldaños hacia la cima de la comunicación interpersonal convincente. Sigamos.
Ahora viene lo más difícil: manchar de tinta el metafórico papel en blanco, hacer que ese cursor intermitente se desplace rápido por la pantalla mientras escapa de las letras que le persiguen (e intentar que retroceda sólo lo imprescindible).
¿De qué tema quieres hablar? Escríbelo.
¿A quién o quiénes pretendes emocionar y convencer? Escríbelo.
¿Qué idea principal pretendes transmitir? Escríbela.
¿Qué objetivo-reacción buscas en el que te lea o te escuche? Escríbelo
Ya tienes tus primeras notas, ahora hay que darles la forma adecuada. Vamos al tercer peldaño.
Imagina que quieres ‘comunicar’ ¿cómo? en un correo electrónico ¿a quién? a tu equipo ¿el qué? la inminencia de ciertos ‘ajustes’ en la plantilla de la empresa con el fin de tranquilizarlos y ¿para qué? lograr un mayor compromiso contigo y con la compañía.
En un primer borrador podrías decir lo siguiente:
«Asunto: Romualdo
Chicos, la cosa pinta mal ¿os suena Romualdo el de contabilidad? ¿no? mejor, mucho mejor, creo que esta mañana está metiendo sus cosas en una cajita.
Si no queréis que os regalen también a vosotros una ‘cajita’ como la de Romualdo ya podéis poneros las pilas.
Un abrazo de vuestro jefe (por ahora).»
O quizás habría que probar de nuevo:
«Asunto: Compromiso
Estimado Juan:
Quería agradecerte personalmente el esfuerzo que, me consta, estás haciendo estas últimas semanas para lograr que la calidad de tu trabajo no se vea afectada por las dificultades que estamos teniendo con ciertos proveedores.
Aunque nadie pueda garantizar que esas dificultades no acaben afectando a los puestos de trabajo, estoy seguro de que contando con personas tan comprometidas como tú en nuestro equipo lograremos salvar cualquier dificultad.
Como siempre quedo a tu disposición para escuchar tus aportaciones y resolver cualquier duda que tengas.
Un saludo
Pedro »
¿Qué sentirías si tú fueses Juan y recibieses un correo electrónico grupal con el asunto ‘Romualdo’?
¿Cómo te quedarías si tu director, Pedro, te mandase ese último correo personal?
Pues eso.
Y como siempre me olvido de que vivimos en el mundo de la inmediatez, y nuestro grado de concentración es limitado, yo no voy a seguir escribiendo para que tú no tengas que seguir leyendo. Una pena, ahora que te iba a descubrir los secretos de un buen orador. En fin, es lo que hay.
No obstante me parecería mal despedirme de ti ‘a la francesa’ y por ello, antes de acabar, te propongo un reto ¿conoces el poema de José de Espronceda «Canción del pirata»? Seguro que sí. ¿Te atreves a buscarlo en internet, a leerlo en voz alta y a dar rienda suelta a tu chorro de voz mientras lo haces?
Inténtalo y verás como, muy poco a poco, según vas dejando atrás cada una de las primeras estrofas, sientes una emoción que eleva tu tono de voz sin darte cuenta, una emoción que llegará al clímax cuando mires fijamente al horizonte, te imagines un mar inmenso delante de ti y recites la parte que dice…
«Que es mi barco mi tesoro.
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley la fuerza y el viento.
Mi única patria la mar.»
Artículo escrito entre La Coruña y Barcelona por Manuel Dafonte – Asociado y Colaborador de RALOG —
Finalizado el 11 de octubre de 2022.
*Entre los cursos presenciales de RALOG Academy, se incluye el Taller práctico para una comunicación interpersonal convincente impartido por Manuel Dafonte. Más información en info@ralog.es
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